Me encanta cuando se pone su chamarra de cuero,
y también cuando no la trae puesta,
me dan ganas de inspirarme pensándola ahora mismo,
pero a la vez me da vergüenza por que el deber no me deja.
Si viera lo que hace,
si mi vida me valiera madres,
la secuestraría de forma consentida,
uno o dos días,
toda una pinche vida.
No le escribiría groserías,
le daría jugo de naranja todas las mañanas,
acompañado de un beso,
en todo lugar donde quisiera ponérselo.
Sería su modelo de 24 horas,
su cobija o cobertor,
su cama y almohada,
su saco de golpeo,
su perchero, su burro de planchar,
su instrumento musical y su bote de basura.
Si me valiera madres mi vida,
habría sido todo aquello que usted quisiera,
habríamos recorrido el mundo siete veces,
porque seis son muy pocas,
porque ocho son muchas.
Si me valiera,
la habría hecho reír y llorar,
yo estaría muerto ya,
con sangre en mi camisa,
y en mi jeta una sonrisa.
Sin andar escribiendo tonterías
que le hagan perder el tiempo,
si me valiera madres su vida,
yo ya estaría muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario