Había una vez una damita pequeña de color café, tan pequeña y morenita como un granito de arena, era frágil y fácil de extraviar así que la dejé vivir en mi cabeza, el problema es que después de un tiempo, ya no me dejaba pensar con claridad, deambulando de un lado a otro. Un día no aguanté más y le grité muy enfadado, ella espantada se ocultó bajo mi parpado haciéndome llorar día y noche por lo que le había hecho, intentaba sacarla de ahí para pedirle perdón pero no podía alcanzarla. Una mañana dejé de llorar, la damita pequeña, tan pequeña como un granito de arena se había ido, o al menos eso pienso porque nunca la pude encontrar.
En alguna ocasión otra damita pequeña y blanca, tan pequeña y blanca como un granito de sal llamó mi atención, pero ya no quise involucrarme, pues sólo de intentar recordar aquella carita de la damita color café, mi cabeza piensa en su ausencia y mis ojos se llenan de lágrimas con los residuos de arena que dejó en ellos.
me alegra que siguiera escribiendo, no me he perdido ninguno de sus textos, y he de admitir este me ha encantado
ResponderEliminar¡¡quien fuera Cesar para escribir de esa manera!!
:)
Me alegra a mi más saber que no la perdí y que continuamente soy leído.
EliminarMe halaga enserio damita. Estaremos "en contacto"
gracias, muchas y bien colmadas gracias.
Me alegra a mi más saber que no la perdí y que continuamente soy leído.
ResponderEliminarMe halaga enserio damita. Estaremos "en contacto"
gracias, muchas y bien colmadas gracias.