6 de Octubre del 2011
4:54 PM
Justo en el intermedio entre "Casino shangai" de Sr. Bikini y "War pigs" de Black Sabbath, las puertas se abrieron de par en par cual taberna del viejo oeste, todo aquel que no estuviera ahogado en vomito, alcohol o sobredosis de cualquier tipo dirigió la vista a aquella entrada. Escutia vestía el traje más increíble fabricado por manos humanas, era un traje en toda la puta extensión de la maldita palabra, Jesucristo lo portaba cuando lo enterraron, también Netzahualcóyotl, Pancho Villa, Zapata, incluso Kenedy y Kurt Cobain, Michael Jackson al igual que Carlos Slim habían intentado comprarlo, pero su dinero fue insuficiente.
No era un traje, era ÉL TRAJE, del cual Escutia sacó una Uzi tan hermosa como la puta que se había tirado minutos antes. Peinó el lugar de izquierda a derecha con una cadencia propia de cualquier negga. 50 balas a 400 metros por segundo en un radio de 200 metros. Algunos todavía se movían, así que con la mano que aún tenía libre, después de acomodar sus gafas, empuño la Smith & Wesson Modelo 29 que le había quitado de las gélidas manos a Dirty Harry, después de que el bastardo infeliz tuviera la estúpida idea de retarlo a un duelo. Aquel calibre 44 retumbaba en todas las habitaciones.
Con un movimiento de cabeza me indicó que subiera al auto, al tiempo que me entregaba la cajetilla de cigarros que tanto necesitaba, encendí uno, tomé el estuche con la guitarra de doce cuerdas que dejó descansando a su lado. Se dibujó en su rostro una sonrisa burlona, salimos del lugar y al mismo tiempo en el que recargaba ambas armas, pude escuchar tres palabras salir de su boca.
Las únicas tres palabras que le he oído decir en lo que llevo de vida.
"Hijo de puta".
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